viernes, 2 de enero de 2015

La educación en la actualidad y sus perspectivas

Para poder abordar de manera eficiente unas consideraciones esenciales sobre los aspectos de la educación presente, será necesario, crear unos enfoques básicos desde los cuales poder sortear el amplio abanico de posibilidades de estimación a nuestro alcance.

En todo lo referido a la educación presente, es interesante hacer una breve parada en materia de normativa y evaluar la nueva Ley de Educación (LOMCE), que ya está aplicándose, y por extensión a ella, las conclusiones establecidas en los informes de PISA y TALIS. Seguidamente, debemos tomar en consideración, el nuevo perfil del profesorado en relación a las nuevas expectativas educativas. Y finalmente, concretar hasta un nivel curricular, planteándonos; ¿Qué es lo esencial para la educación?

La séptima ley de educación de la democracia española, conocida como la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), ha empezado a aplicarse paulatinamente en el 2014 y continuará durante el 2015. Siendo, sus antecedentes y predecesoras inmediatas la LOE y la LODE.

Sean cuales sean las inclinaciones políticas y las intenciones ulteriores sobre la nueva ley, en su preámbulo podemos encontrar, a modo general y orientativo, esta proclama que parece definir de forma ideal, los objetivos que se persiguen:

El alumnado es el centro y la razón de ser de la educación. El aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autónomas, críticas, con pensamiento propio. Todos los alumnos y alumnas tienen un sueño, todas las personas jóvenes tienen talento. Nuestras personas y sus talentos son lo más valioso que tenemos como país. [1]

Sin embargo, entre sus aspectos más contendidos, se encuentra la duda paradójica que existente entre sus principios ideales, concebidos desde las directrices europeas, y sus principios prácticos, que parecen favorecer el rendimiento en el proceso de evaluación.

Si bien se estipula que en la evaluación se contemplen las competencias, también se le ofrece un peso crucial al rendimiento, que en muchos casos, puede ser antidemocrático para con los aspectos socioeconómicos del alumnado, ya que las bases desde las que parte cada individuo no son iguales, y por el contrario, si lo son, los estándares y expectativas que se tienen sobre ellos. Con todo, las pruebas finales de Bachillerato también ejercen de condicionante en esta etapa educativa post-obligatoria, creando este estado de incertidumbre sobre sus auténticos propósitos prácticos.

Aunque es evidente que existen múltiples factores susceptibles de ser evaluados, tan solo se ha señalado uno de los que en este texto, se han considerado pertinentes para el discurso general. Como reseña definitiva, se muestra una imagen ilustrativa de la paradoja expuesta con anterioridad y que merece nuestra reflexión cuando pensamos en términos de educación presente y futura.

A continuación, se expresará de manera breve y sintética, cuales son las fuentes que de manera oficial (PISA y TALIS), exponen la situación de alumnos y profesores dentro del territorio nacional, creando con ello una breve contextualización del panorama existente en las aulas desde estos puntos de vista concretos.

El Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes coloca a España en un lugar deshonroso. Independientemente de la discutible validez de estos informes y de su influencia en los sistemas educativos de todo el mundo, es incuestionable que sus resultados han causado controversias y debates.

Entre los nuevos retos educativos presentes y futuros para el profesorado, cabría preguntarse ¿Qué es lo que realmente se está reflejando sobre la educación española en estos informes? Y sobre todo, ¿Qué aspectos sería necesario mejorar?

A continuación, se ofrecen las cifras publicadas y facilitadas por la OECD, con la comparativa entre otros distintos países, mostrando los resultados obtenidos en matemáticas y comprensión lectora.

Las principales conclusiones del Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje (TALIS). El cuál, recoge datos comparables en un ámbito internacional sobre el clima escolar y las condiciones laborales del profesorado en los centros de todo el mundo, pretende, según diferentes criterios, elaborar un marco de trabajo y estudio. Entre los resultados y conclusiones establecidas en el marco español, es destacable mencionar los siguientes aspectos:

- Se observan carencias en los mecanismos formales de apreciación y evaluación para la observación de los docentes.

- Existe una falta de información sustraída de la observación y los informes desarrollados en el aula en cuanto al trabajo docente.

- Se registra una falta de reconocimiento y recompensa del buen ejercicio del trabajo docente en la actividad escolar.

- No se ha suplido de manera eficiente la necesidad de apoyo para el desarrollo profesional docente en el aula.

Antes las consideraciones anteriormente expresadas, se torna necesario evaluar su validez, asociada al contexto español, y sus repercusiones reales sobre nuestras expectativas referentes a la enseñanza-aprendizaje en las aulas.

Debemos preguntarnos cuales son los puntos fuertes y los puntos débiles de nuestro sistema educativo y ponernos a trabajar desde dónde los profesionales docentes son capaces de intervenir con mayor eficiencia. Esto es, el perfil del profesorado y su rol como docente dentro del sistema educativo.

El nuevo contexto social en que debemos situar el proceso educativo está inmerso en un conjunto de problemas, consecuencia de los grandes cambios sociales producidos por la globalización: nuevas marginaciones, grandes migraciones intercontinentales, nuevas riquezas y nuevas pobrezas, nuevas necesidades de alfabetización... En este contexto, la creación de conocimiento está en constante evolución y sometida permanentemente a cambios relacionados con el alud de informaciones y de nuevos conocimientos que recibimos de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC).[2]
  
La pregunta más inmediata es: ¿Cómo debe ser el nuevo profesorado ante los retos que se presentan para la educación futura?

Una respuesta breve podría ser; que el docente tiene que aunar conocimientos del área disciplinar de su didáctica específica y del bloque psicosociopedagógico. Asumiendo un papel de guía, coordinador, mediador, enseñando y aprendiendo conjuntamente y procurando crear un clima de confianza que favorezca el aprendizaje. Abandonando con ello, la anacrónica idea del profesor como mero trasmisor de información, y por el contrario, generando situaciones de aprendizaje en las cuales el mismo se vea inmerso, motivado e implicado.

En síntesis, es más que evidente que el profesor debe resinificar su papel tanto fuera como dentro del aula, y más aún, ser un creador y canalizador de estímulos que conduzcan la experiencia docente a un fluido intercambio de aprendizajes.

Actualmente, el currículo de la educación secundaria obligatoria se encuentra en una situación controversial.

Por un lado, encontramos un enorme distanciamiento en relación a la evolución sociocultural, que se modela como un acceso, e incluso un exceso de información al alcance. Y por otro, encontramos la persistencia de un diseño curricular basado en la memorización de contenidos, que aún, carece de propuestas que innoven en cuestiones como competencias básicas, destrezas, habilidades y valores.

Diferentes comisiones, impulsadas por organismos e instancias nacionales e internacionales han elaborado propuestas detalladas para una redifinición de la formación básica. Se trata de distiguir entre lo básico-imprescindible y lo básico-deseable, siendo esencial no sólo para atender a la diversidad de alumnado en las aulas, sino para garantizar unos “mínimos” y la socialización de los alumnos que no llegan a estadios superiores de enseñanza.También, entre otra de las características reseñables del currículo español encontramos su cualidad de inabarcable, siendo extenso y de poca profundidad. Sin una revisión de los contenidos impartidos que simplemente se forman por acumulación cuando se torna necesario añadir nuevos contenidos y adaptaciones. De esta forma, solo se crea un descenso de la calidad de los contenidos que se imparten.

Por ello, la cuestión es: ¿Qué es lo esencial en educación?


Es vital aceptar, que es imposible impartirlo todo y aprenderlo todo, y que el reto en relación al currículo se fundamenta en distinguir los aspectos más esenciales sobre lo que una persona necesita saber y saber hacer y saber estar, para convivir en la sociedad del siglo XXI.

La aceptación de que el análisis, la reflexión, el debate y la toma de decisiones sobre qué es básico en la educación básica (…).[3]

A manera de conclusión, este último apartado pretende hacer una valoración de los puntos tratados con anterioridad, atendiendo a valores más personales.

A primera instancia, la realidad española en el ámbito educativo es tan particular, tanto como cualquier otra, que los informes elaborados por PISA y TALIS no dejan de ser un enfoque, incluso etnocentrista, que parte de consideraciones educacionales, que tal vez, no sean plausibles en el contexto de nuestro país. Por tanto, si bien es sensato tenerlas en cuenta, no dejan de ser un enfoque más, de carácter difícilmente objetivo y justo con las circunstancias en las aulas españolas.

Por otro lado, y en lo referente al perfil del profesorado, es de sentido común, que la eficiencia aumente cuanto más comunitario y acorde sea el trabajo, y cuanto más se dinamicen las estrategias y roles del profesor. Aunque nuestras expectativas no están exentas de idealismos, podemos atrevernos a “soñar” con ellas, en pro de una educación que no estigmatice el conocimiento y cree una inercia negativa en el alumnado. Es, a mi entender, completamente necesario, en ese punto, la revalorización de los roles educacionales docentes y su adaptación a un mundo que lentamente se ha distancia de los entornos del aula.

Por último, mi propuesta para la educación del futuro, es sensiblemente más radical de la que, hoy en día, cabe plantearse en España. Esta idea, será ampliamente desarrollada en los siguientes apartados, y consta de un rediseño de la práctica curricular y sobre todo, de la programación vigente en la normativa. A modo de resumen, el silogismo principal es:

Si hoy en día, está abiertamente aceptada, la existencia de diferentes inteligencias. Es entonces, un atentado contra la atención a la diversidad, la inclusión y el propio sistema educativo, que no exista una programación que asista con equidad al desarrollo de todas estas áreas expresadas en los diferentes tipos de inteligencias. El conocimiento esta interconectado. Ningún tipo de inteligencia o capacidad es menos importante que otro para el desarrollo y socialización integral de una persona.



[1] Introducción del Preámbulo de la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa aprobada el 28 de Noviembre y publicada en el BOE el 10 de Diciembre de 2013 como: Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre.
[2] El nuevo perfil profesional de los profesores de secundaria. Gemma Tribó. Travería. Universidad de Barcelona. Facultad de Educación UNED. Educación XXI. 11, 2008, pp. 183-209.
[3] ¿Qué es lo básico en la educación básica? Notas sobre la revisión y actualización del currículo en la educación básica.  Cesar Coll. XX Semana Monográfica de la Educación. Madrid, 2005.

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