Dado
que la escuela no es el único contexto educativo, sino que la familia y los
medios de comunicación también intervienen en esta tarea, la escuela necesita
pues, crear una visión colectiva de la educación.
El
escenario educativo se ha ampliado. En la sociedad del conocimiento, no basta
con centrarse en el curriculum, hay que establecer una verdadera coyuntura con
las familias estableciendo una responsabilidad compartida, dado que la carga
educativa de la familia aún es de primer orden. En palabras de Juan Carlos
Tedesco, “se precisa un nuevo Pacto Educativo”.
Las
escuelas por si solas no pueden asumir todos los retos educativos, y educar a
la ciudadanía aisladamente, es evidente, la necesidad de un “Famili
Involvement”.
En
primer orden, la visión tradicional de la familia ha mutado, añadiendo con
esto, la desestructuración del cuadro de ideas, valores y códigos de la vida
cotidiana. Por otro lado, hay inseguridad e inestabilidad sobre las pautas de
socialización a trasmitir a los hijos. Y por último, los niños pasan largos
periodos de tiempo alejados del espacio familiar, reduciendo el contacto
directo con padres y hermanos. En definitiva, hay que reinventar la definición
de la familia y el papel socializador de esta.
Existen
diferentes procesos de des-socialización y des-institucionalización sufridos en
la segunda modernidad que ha llevado al hombre y la mujer a buscar su propia
individualidad. Pero el individuo correctamente socializado, debe ser capaz de
actuar autónomamente, al tiempo que se adecua a las normas sociales
establecidas. Sin embargo, existe una disociación emanada de la
des-institucionalización que crea un proceso de subjetivización, que no camina
paralelo a la socialización. Esto ejerce un peso enorme sobre la labor docente.
Cada
vez más, es manifiesto que la capacidad educadora y socializadora de la familia
se ha debilitado, convirtiendo a los centros educativos en la “institución
total”.
Se
trata de esa tendencia de las familias a delegar en los centros educativos.
Pero pese a lo que se pudiera pensar, existe un alto grado de participación
familiar en el ámbito educativo, con niveles de confianza destacables en la
escuela.
También
el paradigma de esta relación entre escuela y familia está cambiando. Las
familias en la actualidad se preocupan por la calidad y eficiencia de los
centros escolares. Los derechos como ciudadanos se han trasmutado en exigencias
de consumidores.
Con
ello, el sentimiento de los padres en relación a los centros educativos se ha
tornado de co-gestores a consumidores. Como dice Anderson, “cuando los principios
consumistas y orientados al mercado amenazan con reemplazar a la participación
democrática, es crítico entender mejor, no solamente que las formas de
participación autentica pueden constituir ciudadanos públicos más auténticos,
sino que también, ese tipo de ciudadanos puede llevar a la creación de una
sociedad democrática y socialmente justa”.
Así
mismo, la resignificación de los centros educativos como más autónomos, debe
generar nuevas propuestas en el marco de organización interna. Promoviendo
nuevas estructuras que dinamicen con la colaboración familiar que no terminen
languideciéndola.
En
cuanto al profesorado y la relación con los padres, parece haber problemas
cuando los padres se inmiscuyen en las cuestiones pedagógicas. Sin embargo,
aunque los padres no estén capacitados para expresarse en ámbitos curriculares,
su voz debería ser oída por parte de los docentes, de manera que la
comunicación no fuera unilateral sino co-participativa.
También
es inminente una resignificación profesional del docente. Porque la perspectiva
anacrónica del docente o la ideología neoliberal, pone a padres y profesores en
confrontación, con lo cual, para un resultado satisfactorio y una relación
saludable entre ambos es conveniente reevaluar el papel del profesorado. Hay
que implicar a los padres activamente en el proceso educativo.
“Hoy
es imposible educar a los alumnos sin contar con los padres”.
Keith
identifica dos tipos de discursos al respecto de las relaciones de la sociedad
educativa y sus funciones. Uno dominante y otro emergente.
El
discurso de provisión de servicios, donde las escuelas se convierten en centros
de recursos para las perspectivas de las comunidades. Y el discurso del
desarrollo de la comunidad educativa, apuesta por una relación más inclusiva
Entre estos dos discursos hay, la ya mencionada diferencia entre clientes y
agentes del cambio.
Existen
además determinadas estrategias para implicar a los padres en el contexto de la
comunidad educativa.
Primero,
existen estrategias para incrementar las capacidades del centro escolar e
implicar a las familias. Creando un clima escolar dinámico e interactivo,
favoreciendo la creación de confianza. Y segundo, estrategias para capacitar a
los padres a involucrarse efectivamente, haciéndolos conscientes del papel
activo que pueden desempeñar.
Para
además incentivar de forma eficiente estas estrategias, es necesario, mantener
una información fluida y constante. Permitirles la participación en la
configuración del centro educativo y el proyecto escolar. Junto con la
prestación de servicios complementarios a la escuela.
En
definitiva se trata de trabajar por el capital social renovando e tejido social
y las interrelaciones de este y acabar con el aislamiento interno y externo de
los centros educativos.
Estamos viendo desde muy diferentes enfoques y a
través de muy diversos autores la necesidad de trabajar en conjunto, por parte
de todos los actores educativos. Considero innegable esta necesidad, y al igual
que en otros campos socio-culturales, este tipo de democracia deliberativa se
está expresando de una forma u otra paulatinamente.
Como futuro docente, no solo concuerdo con estos
principios e ideales, sino que encuentro estas y otras iniciativas
completamente factibles en referencia a un papel activo frente a la educación
por parte de todos.
Al principio del documento se expresa la perdida de
referentes morales que ha llevado a cierta desmotivación por parte de la
sociedad frente a diversos retos ciudadanos. Sin embargo, la perdida de esos
referentes institucionales nos libera de una moral dominante y nos permite
crear una moral contextual y útil para la convivencia.
Cualquier persona en todos los aspectos de su vida
necesita sentir felicidad y satisfacción. Esta felicidad y satisfacción no se
obtiene con una actitud pasiva, sino con la motivación emanada de una acción
que se autoregenera.
El éxito educativo está en la felicidad de todos sus
miembros. Para alcanzar esta felicidad es necesario tener un papel activo, y si
todos estamos dispuestos a colaborar, es mejor hacer juntos.
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