Pérez Gómez, Á. (2013) ¿Qué merece la pena aprender en la
escuela de la era digital? En Cuadernos
de pedagogía. Nº 438 (pp. 74-78) Universidad de Málaga.
“En un mundo complejo y cambiante
se requiere el desarrollo de una mente disciplinada, crítica y creativa.
¿Podremos conseguir ese objetivo si en España la estrategia pedagógica
dominante durante toda la escolaridad es fomentar el aprendizaje memorístico?”.
Con estas palabras comienza este artículo de Ángel Pérez Gómez, y que hace
énfasis en una de las grandes carencias del sistema educativo actual y que se
pone en especial relevancia tras cada informe internacional que se realiza en
España. Ya sea PISA, TALIS, o cualquier otro, España obtiene unos resultados
mediocres debido a la incapacidad de los alumnos de responder razonadamente a
los problemas que se plantean en ellos. Paradójicamente, sus niveles de
conocimientos se perfilan como superiores a la media. Obviamente de ello se
deduce que carecen de las capacidades y herramientas para ponerlos en práctica,
como el mismo defiende.
Por ello cabe replantearse qué
enseñar en esta nueva era digital, pero creo que también es muy importante
añadir que también es clave el cómo hacerlo. La escuela hasta nuestros días se
ha basado en un sistema de memorización de información, en el que el maestro transmitía
unidireccionalmente unos conocimientos, algo muy comprensible teniendo en
cuenta la dificultad de acceso al conocimiento imperante. No obstante, esto es
algo que hoy día ya no tiene cabida. ¿Si tenemos al alcance de la mano todo
aquello que deseemos saber, qué sentido tiene mantener estos métodos, incluso
si además es literalmente imposible almacenar todo el conocimiento que se
produce hoy en la sociedad de la información?
Más teniendo en cuenta que el
conocimiento no es la simple acumulación de datos, que de por sí misma no es
nada, sino que se ha de poseer el esquema mental para saber ubicarlos. Hay que
evidenciar el hecho de que “memorizar no significa comprender, y menos
transferir, aplicar y recrear”. Lo decisivo es, al final, que sabes hacer con
esa información almacenada, y no ella en sí misma. Por ello “el aprendizaje
memorístico de datos está justificado, por su utilidad y relevancia, cuando los
datos son componentes imprescindibles de un instrumento que utilizamos de forma
intensa y continuada”. De hecho, pretender la memorización de grandes
cantidades de datos es algo absurdo e inútil si tenemos en cuenta que el
cerebro almacena la información según la subjetividad, de forma sesgada según
intereses, y lo olvida rápidamente si no lo usa o lo encuentra útil. Simple economía
de medios, vamos. De todo ello se llega a deducir también que a mayor es la
cantidad y diversidad del conocimiento “mayor es la importancia de la capacidad
de seleccionar, priorizar, evaluar y sintetizar”.
Todo esto son evidencias lógicas
a las que cualquiera puede llegar. Por ello parece un tanto sorprendente, por
no decir surrealista, las respuestas políticas que aun a día de hoy se siguen
implementando en el sistema escolar. En el texto se menciona como la nueva
LOMCE impone de nuevo “el aprendizaje memorístico sin sentido y trasnochado (…)
a reducir la escuela a aprendizajes para los test anuales (…) ocupando la mente
en aprendizajes superficiales, costosos, innecesarios e inocuos”. O incluso llama
la atención la respuesta de dirigentes políticos cuando se “escandalizan” por
los resultados de los alumnos en las pruebas internacionales, como ya menciono más
arriba, cuando ellos mismos proponen ese tipo de pruebas, digámoslas poco
útiles.
Por todo ello se concluye con que
se han de formar “mentes disciplinadas, críticas y creativas”. “El desarrollo
de la capacidad de pensar es consustancial a las exigencias de las sociedades
democráticas” esto es algo sobradamente obvio por motivos evidentes y que no mayor
merece explicación aquí, pero es importante y hemos de tenerlo especialmente
presente y por ello hemos de esforzarnos porque el aprendizaje sea efectivo, lo
que solo se producirá cuando “se consiga un interés y curiosidad por aquello
que se enseña, solo si se plantea como relevante, útil y sorprendente”.
Tomando esos preceptos en cuenta,
es evidente que el currículo ha de sostener mas cosas que la lista de
conocimientos, también las habilidades, emociones, actitudes, etc. Se deben
propiciar experiencias en los alumnos que les permita descubrir por si mismos
la realidad y el conocimiento, que desarrollen sus capacidades de observar,
discurrir, planificar, tomar decisiones, evaluar, etc. El curriculum debe
abandonar el esquema actual de kilómetros de extensión pero milímetros de
profundidad, y ser una orientación y guía que defina las habilidades que se
deben desarrollar.
Y este no es otro que el fin de
las competencias básicas. Sistema implantado hace ya algunos años pero que queda
por ver cuando se aplica realmente. Para ser justos, cabe ser conscientes de que
por primera vez en la historia el conocimiento se está renovando a una
velocidad mucho mayor que la propia renovación generacional humana. Es por ello
que nos encontramos en un momento de inflexión en el que nos debemos adaptar al
nuevo ritmo de vida, y está claro que esto no es un proceso que se dé de la
noche a la mañana, más teniendo en cuenta el bagaje pasado, pero choca
especialmente cuando se vuelven a plantear y renovar metodologías pasadas.
En definitiva, el aprendiz debe
aprender a autorregularse, tomar decisiones con libertad y responsabilidad. “Se
debe dar libertad al desarrollo y aprendizaje de cada alumno, pues unos se interesaran
antes y otros después en las materias, a su propio ritmo y dentro de sus
posibilidades e intereses”. A decir verdad, esto me parece un poco drástico, al
menos como aparece expresado, si bien lo que se debería hacer es guiar al
alumno, presentando los conocimientos en relación real con su vida, siendo
coherentes con su historia de vida e intereses, facilitando así su disposición a
aprenderlos y según sus propias limitaciones.
“Según estas y otras premisas,
los docentes se perfilan como claves en esta era digital, para ayudar a
aprender, guiar, construir el propio conocimiento en un mundo cambiante,
complejo, acelerado”. “Ha de servir de referencia para que cada aprendiz
construya su propio proyecto personal, y especialmente para aquellos que por
diversas características no saben, pueden o no quieren aprender lo que en la
escuela se ofrece.”
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