jueves, 18 de diciembre de 2014

¿QUÉ MERECE LA PENA APRENDER EN LA ESCUELA DE LA ERA DIGITAL?

Pérez Gómez, Á. (2013) ¿Qué merece la pena aprender en la escuela de la era digital? En Cuadernos de pedagogía. Nº 438 (pp. 74-78) Universidad de Málaga.


“En un mundo complejo y cambiante se requiere el desarrollo de una mente disciplinada, crítica y creativa. ¿Podremos conseguir ese objetivo si en España la estrategia pedagógica dominante durante toda la escolaridad es fomentar el aprendizaje memorístico?”. Con estas palabras comienza este artículo de Ángel Pérez Gómez, y que hace énfasis en una de las grandes carencias del sistema educativo actual y que se pone en especial relevancia tras cada informe internacional que se realiza en España. Ya sea PISA, TALIS, o cualquier otro, España obtiene unos resultados mediocres debido a la incapacidad de los alumnos de responder razonadamente a los problemas que se plantean en ellos. Paradójicamente, sus niveles de conocimientos se perfilan como superiores a la media. Obviamente de ello se deduce que carecen de las capacidades y herramientas para ponerlos en práctica, como el mismo defiende.

Por ello cabe replantearse qué enseñar en esta nueva era digital, pero creo que también es muy importante añadir que también es clave el cómo hacerlo. La escuela hasta nuestros días se ha basado en un sistema de memorización de información, en el que el maestro transmitía unidireccionalmente unos conocimientos, algo muy comprensible teniendo en cuenta la dificultad de acceso al conocimiento imperante. No obstante, esto es algo que hoy día ya no tiene cabida. ¿Si tenemos al alcance de la mano todo aquello que deseemos saber, qué sentido tiene mantener estos métodos, incluso si además es literalmente imposible almacenar todo el conocimiento que se produce hoy en la sociedad de la información?

Más teniendo en cuenta que el conocimiento no es la simple acumulación de datos, que de por sí misma no es nada, sino que se ha de poseer el esquema mental para saber ubicarlos. Hay que evidenciar el hecho de que “memorizar no significa comprender, y menos transferir, aplicar y recrear”. Lo decisivo es, al final, que sabes hacer con esa información almacenada, y no ella en sí misma. Por ello “el aprendizaje memorístico de datos está justificado, por su utilidad y relevancia, cuando los datos son componentes imprescindibles de un instrumento que utilizamos de forma intensa y continuada”. De hecho, pretender la memorización de grandes cantidades de datos es algo absurdo e inútil si tenemos en cuenta que el cerebro almacena la información según la subjetividad, de forma sesgada según intereses, y lo olvida rápidamente si no lo usa o lo encuentra útil. Simple economía de medios, vamos. De todo ello se llega a deducir también que a mayor es la cantidad y diversidad del conocimiento “mayor es la importancia de la capacidad de seleccionar, priorizar, evaluar y sintetizar”.

Todo esto son evidencias lógicas a las que cualquiera puede llegar. Por ello parece un tanto sorprendente, por no decir surrealista, las respuestas políticas que aun a día de hoy se siguen implementando en el sistema escolar. En el texto se menciona como la nueva LOMCE impone de nuevo “el aprendizaje memorístico sin sentido y trasnochado (…) a reducir la escuela a aprendizajes para los test anuales (…) ocupando la mente en aprendizajes superficiales, costosos, innecesarios e inocuos”. O incluso llama la atención la respuesta de dirigentes políticos cuando se “escandalizan” por los resultados de los alumnos en las pruebas internacionales, como ya menciono más arriba, cuando ellos mismos proponen ese tipo de pruebas, digámoslas poco útiles.

Por todo ello se concluye con que se han de formar “mentes disciplinadas, críticas y creativas”. “El desarrollo de la capacidad de pensar es consustancial a las exigencias de las sociedades democráticas” esto es algo sobradamente obvio por motivos evidentes y que no mayor merece explicación aquí, pero es importante y hemos de tenerlo especialmente presente y por ello hemos de esforzarnos porque el aprendizaje sea efectivo, lo que solo se producirá cuando “se consiga un interés y curiosidad por aquello que se enseña, solo si se plantea como relevante, útil y sorprendente”.

Tomando esos preceptos en cuenta, es evidente que el currículo ha de sostener mas cosas que la lista de conocimientos, también las habilidades, emociones, actitudes, etc. Se deben propiciar experiencias en los alumnos que les permita descubrir por si mismos la realidad y el conocimiento, que desarrollen sus capacidades de observar, discurrir, planificar, tomar decisiones, evaluar, etc. El curriculum debe abandonar el esquema actual de kilómetros de extensión pero milímetros de profundidad, y ser una orientación y guía que defina las habilidades que se deben desarrollar.

Y este no es otro que el fin de las competencias básicas. Sistema implantado hace ya algunos años pero que queda por ver cuando se aplica realmente. Para ser justos, cabe ser conscientes de que por primera vez en la historia el conocimiento se está renovando a una velocidad mucho mayor que la propia renovación generacional humana. Es por ello que nos encontramos en un momento de inflexión en el que nos debemos adaptar al nuevo ritmo de vida, y está claro que esto no es un proceso que se dé de la noche a la mañana, más teniendo en cuenta el bagaje pasado, pero choca especialmente cuando se vuelven a plantear y renovar metodologías pasadas.

En definitiva, el aprendiz debe aprender a autorregularse, tomar decisiones con libertad y responsabilidad. “Se debe dar libertad al desarrollo y aprendizaje de cada alumno, pues unos se interesaran antes y otros después en las materias, a su propio ritmo y dentro de sus posibilidades e intereses”. A decir verdad, esto me parece un poco drástico, al menos como aparece expresado, si bien lo que se debería hacer es guiar al alumno, presentando los conocimientos en relación real con su vida, siendo coherentes con su historia de vida e intereses, facilitando así su disposición a aprenderlos y según sus propias limitaciones.

“Según estas y otras premisas, los docentes se perfilan como claves en esta era digital, para ayudar a aprender, guiar, construir el propio conocimiento en un mundo cambiante, complejo, acelerado”. “Ha de servir de referencia para que cada aprendiz construya su propio proyecto personal, y especialmente para aquellos que por diversas características no saben, pueden o no quieren aprender lo que en la escuela se ofrece.” 

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